Séptimo año de monitoreo con cámaras trampa en el Parque Nacional Cerro Castillo

Los guardaparques realizan este trabajo apoyados por tecnologías de inteligencia artificial, que les ha permitido observar especies como pumas, jabalíes, zorrillos, visones americanos, perros de libre deambular, caballos y ganado, entre otros.

En noviembre de este año, el Parque Nacional Cerro Castillo iniciará su séptimo ciclo de monitoreo con cámaras trampa, uno de los principales desafíos operativos del año para esta área silvestre protegida. El despliegue territorial del programa es amplio, abarcando la mayoría de las cuencas y sectores del parque. Durante seis años consecutivos, el equipo de guardaparques ha mantenido el monitoreo en 60 puntos establecidos aleatoriamente, lo que garantiza la comparabilidad temporal de los resultados.

Mapa distribución puntos de fotomonitoreo 2020 – 2025.

Los guardaparques del Parque Nacional Cerro Castillo realizan este trabajo apoyados por tecnologías de inteligencia artificial, que les ha permitido observar especies como pumas, jabalíes, zorrillos, visones americanos, perros de libre deambular, caballos y ganado, entre otros.

«La misión de la Corporación Nacional Forestal (CONAF) —dependiente del Ministerio de Agricultura— es garantizar la conservación, restauración y manejo sustentable de los ecosistemas boscosos y xerofíticos del país, gracias a los guardaparques que cumplen un rol protagónico en el gran esfuerzo que implica este trabajo», destaca la institución.

El director regional de CONAF Aysén, Ronald Valenzuela Campos, indicó: «El sistema de monitoreo mediante cámaras trampa permite no sólo identificar las especies de fauna nativa y sus amenazas, sino también conocer su distribución y la ocupación dentro del área protegida. Esta información es de gran valor para la conservación de dichas especies y para la gestión efectiva de las áreas silvestres protegidas. Además, contribuye a la investigación científica y a acercar estos espacios a la comunidad mediante la transmisión de conocimiento más allá de las distancias y la accesibilidad, lo que fomenta la valoración y la identificación con el patrimonio natural. Antes de la valoración, se requiere del conocimiento. Que esta iniciativa se haya desarrollado ininterrumpidamente durante siete años es evidencia del compromiso y la dedicación de los guardaparques con la conservación de la naturaleza».

Origen del fotomonitoreo

El uso de cámaras trampa comenzó en 2011, de manera aislada, en algunas unidades del Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SNAP), con apoyo de ONGs e investigadores nacionales. Sin embargo, no fue hasta 2016 que CONAF implementó una metodología estandarizada aplicable a todas las unidades del país, consolidando así el Programa Nacional de Fotomonitoreo, enfocado en grandes mamíferos como objetos de conservación y en las amenazas que enfrentan.

Actualmente, 34 unidades del SNAP participan del programa, gracias al despliegue y compromiso de los guardaparques, quienes deben instalar y retirar las cámaras trampa en jornadas de intenso esfuerzo físico y logístico.
Estos equipos están capacitados para analizar los registros y aplicar estrategias de conservación que protejan los ecosistemas y la fauna que habita en ellos.

La conservación de la biodiversidad requiere planes de acción donde la investigación y la innovación aplicada juegan un rol crucial frente al cambio climático y sus amenazas», enfatiza la institución.

¿Qué es el fotomonitoreo?

Según el portal oficial fotomonitoreo.cl, este término se refiere al monitoreo de especies animales dentro de áreas protegidas mediante cámaras trampa que se activan por sensores de temperatura, capturando fotografías de los individuos que transitan frente a su lente.

Registro de puma gracias a una cámara trampa.

Este sistema permite identificar tanto especies nativas protegidas como especies invasoras o amenazantes, que generan impactos negativos en la biodiversidad local. El análisis de las imágenes ayuda a los guardaparques a diseñar acciones concretas para preservar la fauna nativa y mantener el equilibrio ecológico dentro de las áreas protegidas.

El caso de Cerro Castillo

En el Parque Nacional Cerro Castillo se establecieron 60 puntos de muestreo distribuidos aleatoriamente en el territorio, monitoreados cada año entre noviembre y febrero (mapa más arriba). El objetivo principal es estimar la ocupación de las especies y analizar su tendencia en periodos quinquenales.

Para el tratamiento de los registros fotográficos se utiliza el Manual de fotomonitoreo de fauna silvestre de Ibarra et al. (2021), que contempla tres etapas:

  • Reescritura y estandarización de nombres de archivo.
  • Organización y respaldo de la base de datos.
  • Clasificación de registros fotográficos.

El Programa Austral Patagonia ha sido un aliado clave en este proceso, apoyando el control de calidad de los datos y la clasificación automática mediante inteligencia artificial, lo que ha reducido considerablemente los tiempos de análisis.

Cada campaña implica un gran despliegue logístico: más de 1.000 km recorridos a pie, 800 km en vehículo y 40 km por vía fluvial.

Francisco Cárdenas Ulloa, guardaparques del Parque Nacional Cerro Castillo, responsable del sistema de monitoreo, explica: «Implementar este sistema fue un desafío en los primeros años. Los puntos se definieron de forma aleatoria y en muchos casos desconocíamos las rutas de acceso. El conocimiento local fue fundamental: vecinos y antiguos pobladores nos ayudaron a llegar a los valles. Campañas que antes tomaban cuatro días, hoy podemos completarlas en dos».

El trabajo también ha contado con la colaboración de organizaciones locales y voluntarios, fortaleciendo la integración entre la comunidad y la conservación.

Diego Cabeza Gainza, guardaparques del mismo parque, agrega: «El trabajo con cámaras trampa no solo genera información sobre las especies, sino que nos permite patrullar gran parte del parque, que abarca unas 138 mil hectáreas. En estos recorridos identificamos objetos de conservación cultural, amenazas emergentes y hasta restos históricos, como los del accidente aéreo de 1982″.

Resultados y desafíos

Cada año, los guardaparques analizan alrededor de 60 mil fotografías captadas por las cámaras trampa. Gracias a la inteligencia artificial aplicada desde 2021, este proceso se ha vuelto más eficiente.

Un informe técnico elaborado por el Programa Austral Patagonia (Universidad Austral de Chile) sobre los primeros cinco años de monitoreo revela que especies como el huemul (Hippocamelus bisulcus) y el guanaco (Lama guanicoe) mantienen una ocupación estable en el territorio. En cambio, el jabalí (Sus scrofa) y los perros de libre deambular (Canis lupus familiaris) muestran un aumento preocupante, lo que representa una amenaza directa para la fauna nativa.

Registro de perros de libre deambular.

En el 77% de los registros de perros, también aparecen personas vinculadas a actividades ganaderas ilegales, lo que demuestra la estrecha relación entre estas amenazas y la intervención humana.

Es importante señalar que la metodología implementada por CONAF no mide el número exacto de individuos, sino su ocupación del territorio, una métrica clave para el seguimiento ecológico de especies gregarias como el huemul y el guanaco.

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