Un reciente estudio realizado por la Universidad de Santiago de Chile (Usach), la Universidad Autónoma, la Universidad de Playa Ancha, la Universidad Católica del Norte y la Corporación Nacional Forestal (CONAF), ofrece nuevas perspectivas sobre el impacto positivo que tienen las áreas protegidas en la vida de las personas.
Dicho estudio quedó plasmado en la publicación de un artículo científico en la Revista de Ecología Humana (Journal of Human Ecology) con la participación de investigadores y gestores de las regiones de Coquimbo y Maule. El artículo se titula “How do Protected Areas Contribute to Human Well Being? Multiple Mechanisms Perceived by Stakeholders in Chile” (“¿Cómo contribuyen las Áreas Protegidas al bienestar de las personas? Mecanismos percibidos por sus habitantes en Chile”).
“Hemos intentado responder a una incógnita que ha existido en todo el mundo: cómo la gestión de la biodiversidad se vincula con el bienestar humano”, expone el Dr. Francisco Zorondo Rodríguez, académico del Departamento de Gestión Agraria, Usach y principal autor de esta publicación que analiza la relación entre el parque nacional Bosque Fray Jorge (Coquimbo) y las reservas nacionales Federico Albert, Los Ruiles y Los Queules (Maule), junto con sus comunidades cercanas, revelando una serie de beneficios relacionados con el contacto con la naturaleza.
A partir del reporte de entrevistas realizadas a habitantes de dichos territorios, el estudio sostiene que las áreas protegidas moldean cómo las personas interactúan con los ecosistemas, proporcionando o facilitando el aprovechamiento de un conjunto de servicios ecosistémicos como fuente de bienestar. “Desde la perspectiva de los actores, existe un beneficio en la educación, la salud y lo económico al permitir generar emprendimientos al vincular un área protegida como elemento activo del paisaje”, revela Zorondo.
Carla Louit, jefa del Departamento de Áreas Silvestres Protegidas de CONAF Coquimbo, sostiene que “entender las vías que vinculan el bienestar humano y las áreas protegidas podrían representar mecanismos oportunos para la gestión de la biodiversidad con un valor social. En el estudio enfatizamos sobre la necesidad de diseñar planes de manejo adaptativo para áreas protegidas considerando dichos mecanismos”.
En sus testimonios, los habitantes de dichos territorios reportan beneficios de la naturaleza, incluidos servicios ecosistémicos materiales, inmateriales y reguladores. “En general, se descubrió que las áreas protegidas contribuyen a varias dimensiones del bienestar humano más allá de los beneficios económicos”, agregó por su parte Renzo Vargas, profesional de la Sección Conservación de Diversidad Biológica de CONAF Coquimbo.