En la región de Coquimbo, donde cerca del 30% de la superficie pertenece a comunidades agrícolas, el cambio climático y la escasez hídrica generan un entorno cada vez más adverso para el cultivo de la tierra. En este contexto, el programa institucional de Forestación en Pequeñas Propiedades – modalidad Gestión Subsidiaria (GESUB) se ha convertido en un recurso fundamental para aquellas comunidades y pequeños propietarios y propietarias que han decidido permanecer en sus territorios. Liderado por la Corporación Nacional Forestal (CONAF), este programa busca apoyar, mediante la entrega de plantas y asesoría técnica, a quienes se esfuerzan por adaptarse a un ambiente donde prima la sequía.
La región de Coquimbo enfrenta una condición de escasez hídrica que aumenta año a año. Exacerbada por el cambio climático, esta falta de agua y la consiguiente aridización y degradación de los suelos, han generado la migración de parte importante de la comunidad campesina. Quienes permanecen, han debido adaptarse y buscar formas de mantener sus plantaciones con lluvias cada vez menos frecuentes.
Frente a esto, distintas comunidades agrícolas y familias de pequeños propietarios y propietarias han recibido apoyo del Estado. Dentro de estos apoyos encontramos el Programa de Forestación modalidad Gestión Subsidiaria (GESUB) liderado por CONAF, que busca fomentar la forestación campesina mediante la entrega de plantas y asesoría técnica.
Experiencias de adaptación con el apoyo de la gestión subsidiaria
Si bien los programas de gestión subsidiaria de CONAF operan en otras regiones del norte con parámetros similares, las particularidades climáticas que afectan a la región de Coquimbo han requerido adaptaciones para poder generar el impacto esperado: la cantidad y densidad de plantas entregadas por superficie, el tipo de especies con las que se trabaja y los métodos de riego que se aplican, son las principales.
Así, se ha disminuido el número de plantas entregadas respecto a otras regiones y se ha acortado la distancia de plantación entre ellas: “mientras menor distancia exista entre una planta y otra, más se optimiza el riego. Así se hace una gestión más eficiente de los recursos”, explica el encargado de la Unidad de Conservación de Ecosistemas Boscosos y Xerofíticos (UCEBX) Provincia de Choapa, Pablo Povea.
Por otro lado, en medio de la aridización y la escasez hídrica, algunas especies exóticas han demostrado ser una solución viable. Especies exóticas forrajeras, como la Acacia saligna y del género Atriplex, son de las pocas que pueden plantarse de manera rentable, pues requieren un mínimo de agua para sobrevivir y además son un aporte económico a las y los pequeños propietarios, al ser alimento complementario para su ganado.
“Estas forestaciones surgen en un contexto de profunda degradación del suelo y sentidas necesidades de las comunidades. Tenemos que entender que no plantar, dejar suelos sin cobertura vegetal, agrava la erosión, por lo que debemos adaptarnos y aprovechar el compromiso de los pequeños propietarios de plantar y proteger. A la vez, nuestro desafío es motivar a las y los campesinos a diversificar el uso de especies forrajeras clásicas y probar otras especies nativas con alto potencial, muchas de las cuales están en nuestro vivero regional”, explica el jefe del Departamento de Conservación de Ecosistemas Boscosos y Xerofíticos (DCEBX) Coquimbo, Diego Morales.
En este sentido, el encargado de la UCEBX Provincia de Elqui, Juan Ossandón, explica que los programas “han priorizado mitigar la erosión del suelo, permitir que exista vegetación en terrenos donde de lo contrario no habría, y generar condiciones para que las y los propietarios puedan permanecer en sus territorios y trabajar sus tierras”.
“Antes, este terreno estaba seco y era abierto. Yo lo pedí a la comunidad y lo cerqué. Después, desde INDAP hicieron las terrazas. Luego CONAF me ofreció las plantas; me trajeron mil atriplex que se dieron súper bien, ha sido una ayuda tremenda”, cuenta el agricultor y criancero, Herman Carvajal, beneficiario del GESUB desde 2018.
El caso de Herman es un buen ejemplo de algo que se busca extender: integrar diferentes programas de fomento para maximizar su impacto, generando prácticas más sostenibles y eficientes. Así, vemos cómo los objetivos de la gestión subsidiaria se alinean con lo ofrecido por INDAP (el Instituto de Desarrollo Agropecuario), que brinda apoyos específicos de infraestructura agrícola, en este caso, la construcción de microterrazas y otras Obras de Conservación de Agua y Suelo, más conocidas como OCAS.
Otro de los programas que ha potenciado el impacto de la gestión subsidiaria es el Programa de Empleo de Emergencia, que al integrarse con el GESUB “permite a las y los propietarios trabajar sus terrenos recibiendo un salario: una fuente de empleo que además les apoya, al generar rentabilidad con plantaciones propias, y contribuye a mantener la vegetación y la calidad de la tierra”, explica el encargado de la UCEBX Provincia de Limarí, Inal Painemal.
También el riego ha sido parte de una búsqueda constante de las y los productores por métodos más efectivos y economizadores que se adapten a las características propias de sus terrenos, a la disponibilidad de agua que tiene cada uno y a la extensión de sus plantaciones.
En respuesta a esta necesidad, “los programas de CONAF en Coquimbo se han orientado a conocer los métodos de riego que las y los propietarios están implementando, cuáles dan mejores resultados, o dónde se pueden replicar o combinar, piloteando también métodos de plantación basados en el nodrizaje, que han permitido un uso más eficiente del agua”, explica la profesional de apoyo del DCEBX Coquimbo, Victoria Pulido.
De esta forma, vemos cómo los proyectos de gestión subsidiaria se han convertido en una importante herramienta para la adaptación y resiliencia de las comunidades agrícolas ante la sequía y el cambio climático. La integración de instrumentos de fomento para ir en apoyo a estas comunidades es esencial para el desarrollo regional, pues no sólo permite la conservación de la vegetación, la protección del suelo y la infiltración de agua, también genera empleo y mejora las condiciones, permitiendo a las y los residentes permanecer en sus territorios.