Revista Chile Forestal N° 401

6 / Chile Forestal realizados por el Gobierno de Chile, con el liderazgo del Sistema Elige Vivir Sano y el apoyo de diversos Ministerios, que involucraron a más de 700 personas a lo largo del país que mostraron un consenso sobre la importancia la seguridad alimentaria y nutricional, y cambio climático. Además, a través del financiamiento del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF, por sus siglas en inglés), la FAO ha contribuido al desarrollo económico sostenible de comunidades indígenas, con enfoque de género, a través del fomento productivo a la valorización de su cultura y el rescate agroalimentario, como parte del proyecto “Sistemas Importantes del Patrimonio Agrícola Nacional” (SIPAN), que avanzó en el desarrollo de modelos de negocios familiares para la puesta en valor de los productos y servicios provenientes de la agrobiodiversidad. Además, la FAO apoyó el fortalecimiento de marcos institucionales y capacidades para la adaptación y mitigación al cambio climático con el Proyecto GEF para la Adaptación al Cambio Climático de Pesca y Acuicultura que logró capacitar a más de 2.000 personas de comunidades costeras y más de 400 autoridades y funcionarios públicos. Está comprobado y es un hecho irreversible que el calentamiento global está provocando una escasez de alimentos y ya hay continentes, como África por ejemplo que ya está sufriendo las causas de la hambruna. También las cifras son impactantes en el sentido como han ido aumentando los precios de los alimentos, no solo en Chile, sino que en todo el planeta. ¿Cuál es la visión de la FAO ante este problema tan grave? –Los cambios en el clima tienen efectos directos sobre la seguridad alimentaria y nutricional a través de impactos en los medios de subsistencia, reducciones en los rendimientos de los cultivos e, indirectamente, cambios en los régimenes de comercio internacional y aumentos en los precios de los alimentos (Medina Rey, 2018). Lo anterior plantea riesgos para la seguridad alimentaria de las personas marginadas, las zonas rurales y los países en desarrollo. En 2018, el clima y las catástrofes naturales fueron el primer factor determinante de la inseguridad alimentaria para 29 millones de personas en el mundo (FAO, FIDA, OMS, OMA & UNICEF, 2019). Por otro lado, los sistemas alimentarios contribuyen a cerca de un tercio de las emisiones de GEI (IPCC, 2019), así como el consumo del 70% del agua dulce y el uso del 40% del suelo disponible (Willett et al., 2019). En consecuencia, la FAO propone avanzar hacia la transformación de los sistemas agroalimentarios para que sean más eficientes, inclusivos, resilientes y sostenibles y, de esta manera, conseguir una mejor producción, una mejor nutrición, un mejor medio ambiente y una vida mejor sin dejar a nadie atrás (FAO, 2021). Esto incluye mejorar la seguridad alimentaria y nutricional y lograr dietas saludables y asequibles a través de políticas integrales dirigidas tanto a la alimentación como al medio ambiente, reforzadas por normativas y legislación, que podrían resultar en cambios de comportamiento a lo largo de la cadena de suministrode alimentos y entre los consumidores, cambiando así patrones dietéticos en beneficio de la salud humana y el medio ambiente. También es cada vez mayor de lo previsto la pérdida de biomasa animal marina por el calentamiento de los océanos y la destrucción de los glaciares. ¿Quiere decir que este recurso que algunos consideraban como la bodega alimenticia del mundo también se está extinguiendo? –Los océanos desempeñan un papel social y económico, ya que generan más de 59 millones de trabajos en el sector primario pesca y acuicultura en 2018 y proporcionaron en 2017 el 17% de proteína animal en el mundo (SOFI, 2020). Sin embargo, los océanos están expuestos a diferentes amenazas tales como el aumento de temperatura, la acidificación y las zonas muertas. Estos procesos ponen en peligro nuestra alimentación, la seguridad ante eventos extremos, la economía mundial y el turismo. Para evitar que esta fuente de alimentos del mundo se agote, se necesitan nuevos mecanismos institucionales y de gobernanza para una mejor adaptación y resiliencia frente a estos desafíos. Así pues, la FAO en Chile está apoyando el Estado de Chile en avanzar hacia una mejor gobernanza costera y adaptación al cambio climático. El

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