Conaf - Ministerio de Agricultura



12 de febrero, 2018

Consolidan producción de llaretas en vivero

Bajo una mirada que compatibiliza la conservación con la permanencia de los usos ancestrales, la Corporación Nacional Forestal logró una existencia de más de 400 plantas, a tres años de iniciada la experiencia de reproducir la especie a partir de semillas en su vivero de Putre.

CONAF

A tres años de iniciados los ensayos para producir en vivero la especie altiplánica llareta (Azorella compacta), la CONAF cuenta ahora con más de cuatrocientos ejemplares de este recurso, en lo que viene a ser la única experiencia masiva de producción de este tipo que conjuga objetivos de conservación y uso ancestral al estar ligado a proyectos que consideran la entrega a comunidades locales de la provincia de Parinacota.

La iniciativa representa un contrapeso a las pérdidas recientes –ya sea por incendios o cortas ilegales– y las históricas, de carácter masivo, a raíz de actividad minera e industrial con el nitrato y el cobre o la construcción ferroviaria e incluso el uso en panaderías urbanas, donde se sacó más allá de lo que crecía naturalmente.  Tarea difícil según los especialistas, ya que tiene poca germinación natural  y en su ambiente crece lento, muy lento.

Categoría

La Azorella compacta  está categorizada como vulnerable (Vu), mediante el Decreto Supremo n.° 29/2011 del Ministerio de Medio Ambiente y regulada además por la Ley n.° 20.283 de Bosque Nativo y Fomento Forestal, donde está tipificada como formación xerofítica, por lo cual su extracción está sujeta a fiscalización y denuncias.

Pero la llareta ha tenido un uso milenario por parte de los pueblos altiplánicos.  Los qulliri o médicos aymara saben cómo usarla y cuándo es factible sacar por ejemplo las “lágrimas de la llareta”, una resina usada en la medicina ancestral.  Los lugareños a su vez la usan eventualmente para cocinar y la extraen cuando esta seca.

De allí es que también la mirada de CONAF ha sido compatibilizar la conservación con la permanencia  de los usos ancestrales, y proyectó la producción de llaretas en su vivero de Putre, para hacer entrega directa a residentes en las áreas silvestres protegidas y desarrollar parcelas de ensayo asociadas al proyecto Manejo sustentable de la tierra, que deriva de la Estrategia Nacional de Cambio Climático y Recursos Vegetacionales, en su expresión regional.

Hito regional

Leonel Quintana, director regional de CONAF, indica que “frente a la disminución histórica del recurso, principalmente por factor antrópico,  y luego por los impactos del cambio climático, se tomó la decisión de iniciar estos ensayos de producción.  Por eso estos resultados representan un hito en la gestión regional.  Recordemos que muchas de las acciones ligadas a la conservación son de mediano y largo plazo y ésta más aún, pero ya hay un avance significativo, además ligado a usos culturales comunitarios”.

El paso a paso de la llareta

Para llevar a cabo la producción vía semilla, el trabajo comenzó con la colecta de semillas, desde las tres áreas silvestres protegidas que conforman la Reserva de Biósfera Lauca (Parque Nacional Lauca, Reserva Nacional Las Vicuñas y Monumento Natural Salar de Surire).   Luego vino el pesaje y medición para para preparar la siembra. Y… por fin, la esperada germinación. Había pasado entre 50 y 57 días.

 

Desde las “falsas hojas” al cojín

Para llegar al típico cojín que caracteriza a la llareta, todo comienza con una suerte de “hojas falsas” u hojas de transición, las que luego son reemplazadas por las hojas definitivas.  Las primeras mediciones de las plantas logradas en el vivero de Putre, dan cuenta de un diámetro de 1,9 cm y una altura de 7 milímetros.  Todavía no hay ningún brote.  Mediciones trimestrales primero, y luego de tipo anual van mostrando el ansiado crecimiento, a través de tres variables: altura, diámetro y número de brotes que va a dar origen al típico cojín de esta maravilla de la vegetación nativa.

A la fecha ya han pasado tres años y el último registro –efectuado en  la segunda quincena de enero de 2018–, indica: altura promedio, 6,48 cm; diámetro, 14,7 cm y número de brotes, 249.  El cojín ya luce en su primera infancia.

El gran desafío ahora es su crecimiento en terreno que, se sabe, es muchísimo más lento.  Pero eso es ahora una historia a mediano y largo plazo.

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